En Chile, a pesar de los inéditos esfuerzos de los últimos años, la cobertura de la educación inicial es aún insuficiente. En la etapa de cero a tres años, ésta llega a 16,1% en el segmento más pobre.
Los primeros años de vida son el período más significativo en la formación de una persona. Desde el nacimiento hasta los cinco o seis años de edad, el ser humano muestra avances sustanciales en su desarrollo físico, social y sicológico. Asimismo, la capacidad innata de aprender se ve afectada (positiva o negativamente) por las experiencias de vida que en cierto nivel modulan las potencialidades establecidas por la constitución biológica. De ahí que la importancia de la educación en los primeros años ya no se pone en duda. Los jardines infantiles y salas cuna debieran aportar a las familias un espacio de protección, acogida y estimulación integral para que sus niños se desarrollen plenamente.
Esto es en especial necesario para niños que viven en situación de vulnerabilidad, porque sus efectos positivos se observan no sólo en el rendimiento escolar posterior, sino en la adolescencia y vida adulta.
Sin embargo, “la asistencia por sí misma a un centro infantil no es positiva para el desarrollo”. Expertos consideran que este efecto “está mediado por las medidas de calidad del centro, es decir, una calidad mínima se relaciona con efectos positivos, una calidad inadecuada influye negativamente en el mismo”.
Asegurar que las instancias educativas asociadas a esa edad cumplan estándares de calidad constituye un tema clave. Así lo planteó el primer seminario sobre educación inicial organizado por el Área de Educación de Fundación Chile. El encuentro puso en el centro del debate la necesidad de contar con estándares a nivel nacional, porque quienes están al cuidado del niño en estos primeros años no sólo son responsables de su sobrevivencia, sino mediadores de sus oportunidades de aprendizaje. Como bien señaló en 2006 el Consejo Asesor Presidencial para la Reforma de las Políticas de Infancia, “si los niños y niñas en estos períodos no cuentan con familias, comunidades y equipos de salud y educación, entre otros factores ambientales, informados y estimulantes, no sólo se pierden oportunidades de desarrollo fundamentales, sino que se arriesgan daños permanentes en su desarrollo”.
Desde un punto de vista de competitividad país, James Heckman, economista ganador del Premio Nobel, asegura que el mejor retorno en la inversión país en capital humano es para la inversión realizada en los años preescolares, vale decir, “la inversión en la primera infancia tiene buen sentido económico”.
En Chile, a pesar de los inéditos esfuerzos realizados en los últimos años, la cobertura de la educación inicial es aún insuficiente. Los resultados de la Casen 2009 indican que 37,45% de los niños entre cero y cinco años asisten a un centro de educación preescolar. De ellos, 52,6% pertenece al primer quintil, mientras que en el quintil más pobre este porcentaje se reduce a 32,3%. Si revisamos estos datos por tramos de edad, observamos que para la etapa de cero a tres años la cobertura llega a 16,1% del segmento más pobre y se eleva a 33,7% en el nivel más rico de la población. En la etapa preescolar, es decir de cuatro a cinco años, 66,9% de los niños más pobres (último quintil) va a kínder, en tanto que en el estrato de mayores ingresos la cifra se eleva a 90,7%.
Desde la lógica del aseguramiento de la calidad, el empadronamiento de jardines, si bien verifica el cumplimiento de una serie de normativas para el funcionamiento de una sala cuna o jardín infantil, no aborda la evaluación de los procesos asociados con la calidad de la educación. A través de los medios de comunicación hemos visto casos de maltrato y negligencia que pueden afectar a los párvulos mientras permanecen en un jardín infantil, burlando las actuales normativas.
Contar con mecanismos que velen por la calidad del cuidado y la educación que se brinda a los niños y niñas en los jardines infantiles y salas cuna es una medida estratégica para resguardar la eficiencia y equidad en materia de educación y protección de la infancia, que es el futuro de nuestro país.
La Nación
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